¡Qué alto sube nuestra palmera de pólvora y tintes!
¡Cómo silba al subir y cuánto estruendo al explotar!
¡Qué espléndida y maravillosa en su despliegue!
¡Tan intensa,
tan brillante,
tan espectacular!
Pero al final siempre revientan.
Todas.
Siempre explotan.
Todas.
Siempre desaparecen hechas añicos.
Hechas polvo de estrellas,
purpurinas y colores que se pierden,
se desintegran en lo oscuro, y
desaparecen.
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