sábado, 21 de septiembre de 2019

* CUANDO SEA MAYOR


          Un día seré mayor. Muy mayor. Tanto que, a lo mejor,  ni siquiera recordaré mi nombre. Aunque lo que más me preocupa es que es muy posible que el que no recuerde sea el tuyo.

Habremos pasado años de disputas y risas. Días y días de alegrías y sinsabores. Pero dará igual. No sabré que los he vivido contigo. No sabré siquiera que los he vivido. Sólo tendré estas líneas de hoy. Unas hojas emborronadas de buenos momentos, de anécdotas, de unos recuerdos que no llegarán a serlo. Por eso tengo que escribirlos hoy. Porque si no, mañana no existirán, ni en estos renglones, ni en mi memoria. En este cuaderno sólo serán relatos inventados, pasajes de una novelita ligera sin interés histórico ni artístico, que no sabré quién ha escrito. Y en mi cabeza tampoco ocuparán lugar. No estarán guardados en ningún rincón de mi cuerpo: ni en mi cerebro, ni en mi corazón.
Un día seré mayor. Muy mayor. Tanto que ni siquiera recordaré lo feliz que fui, lo feliz que me hiciste. Lo feliz que me hacía recorrer tu cara con la yema de mis dedos, sentir tus labios en mi boca, o tus manos por mi cuerpo. Sólo quedarán unas letras escritas en cajones viejos que nadie mirará. Y ya no seré capaz de recordar tus buenos días, los olores de tus guisos hechos con tanta pasión o las interminables veladas de tertulias y discusiones. Lo único que permanecerán serán las sensaciones. Los ecos de las afectividades y el cariño. El repiqueteo de un lazo que nos uniera en una vida anterior. Y alguien, un día, irá leyendo estos párrafos, pronunciando las palabras que yo no recordaré haber escrito. Y no las entenderé al oírlas. No significarán nada para mí, aunque hoy guarden entre ellas todo el amor que un día aspiramos a hacer eterno.
Un día seré mayor, muy mayor. Tanto que ni siquiera recordaré para que habré vivido tanto. Ni tampoco seré consciente de si tu vives o no. Igual la vida nos permite coincidir en algún lugar, y vernos, incluso tocarnos y olernos, sin embargo no te podré reconocer. No entenderé cuánto te quise, ni por qué dejé por escrito lo que construimos mano a mano, codo con codo, día tras día. Esta sólo será la historia de dos personas que conectaron, que decidieron dejarse llevar por el más peligroso de los sentimientos y vivir. Pero yo no sabré distinguir tu nombre del mío. No sabré agradecerte si me ayudas a beber o a comer. Si acompañas mis paseos o me lloras en tu soledad.
Un día seré mayor, muy mayor. Tanto que no sabré cómo habré llegado hasta allí. Tanto, que no necesitaré saberlo. Tanto, que no tendrá sentido saberlo.
Por eso, hoy, que te reconozco y aún me conozco, quiero escribir esta confesión, que en un futuro sólo sabré negar. Hoy sólo quiero decir: “¡gracias amor, he sido muy feliz!”.

FIN



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