Ha salido la
mañana al encuentro de todo un día
buscando no
ver a nadie,
buscando no
hallar nada,
cubriendo, en
un sin sentido, las calles
para que la
noche no se vaya.
El azul se ha
coloreado sin brillo
para no
deslumbrar a nadie,
para dejarlo
todo a media luz,
para
ensombrecer rincones
y así, pueda
el mundo pasar desapercibido.
El día luce
apagado,
despunta
sigiloso, sin apenas ruido.
Los tímidos
rayos de sol se escabullen,
se ocultan
entre los árboles
y nada parece
querer despertar.
La claridad se
aferra a la madrugada.
¡Que nadie perturbe
esta paz!
¡Que no
insista la vida en florecer a toda costa!
¡Que sea solo
este amanecer lo que separe la sensatez de la locura!
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