tanto como odia el pobre a su pobreza,
de igual modo que el payaso a su tristeza
y a la vil deshonra el caballero;
con esa razón que niega sentimientos,
y va aplastando pasiones a su paso,
luchando contra ese amor, lejos de su ocaso,
que pretende imponerse a sufrimientos;
así, mi corazón desprecia cuanto siente
y se ataca a sí mismo por desear
lo que a ratos analiza fríamente.
Y se le oye ebrio de dudas y deseos clamar,
pidiendo una salida que le de sosiego
o las fuerzas necesarias para odiar.
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