en la cara,
porque huele a ti,
cuando el viento
pega dulce
y la piel se
abre.
El
cielo es ligero y profundo
e inmenso, y
todos los ruidos
se amortiguan
bajo él.
Todo
son equívocos y confusiones
porque todo
pierde sentido
y cada cosa
cobra valor.
Me
gusta sentir la noche
y pasear una y
mil veces
por las mismas
calles
junto al aire
que te acaricia
y te engaña.
Una
noche que emborracha
de oscuridad y
movimiento,
que te esconde
de la razón y
la moral
y te sale al
paso con mentiras
de miel y
azúcar.
Me
gusta sentir la noche
y saborearla,
probar
cada trozo de
luna,
tocar la
relatividad de lo cotidiano
y quedármelo.
Huele
a besos, sabe a música,
no pide, no
pregunta, no investiga,
se hace
indiferente a lo diurno
y esquiva a la
luz.
Me
gusta sentir la noche en la boca
porque tiene
el gusto de tus ojos
y la
tranquilidad de tus manos.
Cierra los
ojos: ¿ves?
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