Buscaría tu
luz en cualquier noche y,
a resguardo de
un mar embravecido,
dormiría a tus
pies en apacible soledad y,
al abrigo de
tu silueta, soñaría la tierra.
En la tormenta
desafiante sería tu luz mi destino,
el cobijo para
quien lucha por mantenerse a flote;
en la densa
niebla espesa el ansiado final feliz,
el asidero
salvador para quien está perdido.
Alumbraría
exultante tu luz mi negra suerte
haciendo
desaparecer la campana que ya me dobla;
celebrarían
tus fulgores el amarre de mi flota
acogiendo a
mis navíos en tu casa blanca y roja.
No obstante,
aún en las mañanas más claras,
tu sola
presencia me ilumina y enfoca,
encandila mi
alma tu enhiesta figura
y me hace
avanzar sin desvío posible
hacia tu isla…
hacia tí.
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