Llevo una hora aquí sentada, y todavía nada. Nada de nada. No me gusta llegar tarde, pero odio aún más que me hagan esperar. Me pone muy nerviosa. No tenía que haber quedado. Lo sabía desde el principio, pero ¿cómo iba a decirle a Pedro que no? ¡Con lo buen colega que es! Sabe que estoy loca por tocar en un grupo y además el vocalista de éste ¡es tan guapo! Estuvo a punto de pedírselo a Raquel y yo me hubiera muerto de envidia si llega a hacerlo. A ver si no la cago en la prueba, como acostumbro. Me pongo tan nerviosa siempre…. ¡Madre! Por ahí llega ya.
-¡Hola Cati! Perdona el retraso pero he tenido un problema con una canción y ya sabes lo que pasa cuando te atascas con algo.
-No, ¿qué pasa?
-Estás enfadada, claro. Lo entiendo, pero ya te he dicho que me perdones.
-No, no es eso; es que no sé a qué te refieres con lo de atascarse.
-Ah, vale. Pues que estoy escribiendo las canciones para el disco nuevo y cuando me pongo a escribir me olvido del mundo y hasta que no termino no soy capaz de hacer ninguna otra cosa.
- No sabía que también componías. Pensé que eso lo hacía vuestro batería. Ese tío tan quisquilloso y antipático.
-Joder, tía, ya veo que estás de mal humor. Si piensas seguir así mejor dejamos la prueba para otro día. Yo no tengo mayor interés, ya sabes que ha sido Pedro el que ha pensado que eras una buena opción. Es difícil encontrar a una chica que toque bien la guitarra eléctrica.
-Pues a mi no me gusta ser una opción para nadie, ni buena ni mala. Yo soy una solución. Si te parece bien, como si no.
-Debes ser mejor que buena, porque no entiendo nada. Confío mucho en Pedro, que si no….. Supongo que no serás tan borde todos los días ¿verdad?
-Yo no soy borde, es que te lo digo tal cual lo siento. ¿Vamos a hacer esa prueba o me piro? Ya he perdido mucho tiempo hoy.
-Pues no sé, la verdad. No me transmites buen rollo, tía. ¿Qué sabes tocar?
- Lo que me pidas. No creas que necesito mucho ensayo ni nada de eso. Con que me tararees unos acordes enseguida sigo el hilo.
-Bueno, vamos a entrar al local y me lo demuestras, a ver si tocando eres mejor que conversando.
-Oye tío, que ahora eres tú el que se está poniendo un poco borde.
-Venga, va. Entra, es esta puerta.
Me parece que así no voy por buen camino. Pero es que es tan guapo, que no voy a poder tratarle de otro modo. Me siento cohibida, pero quiero hacerme valer. Soy realmente muy buena en esto. Si le miro mucho rato a esos grandes ojos verde mar no me voy a poder resistir. Aunque si sigo en esta línea el que no va a volver a tratarme nunca más va a ser él.
-¿No va a estar el resto del grupo?
-¿No te lo avisó Pedro? Está claro que no. ¡Qué tontería! No te preocupes pero no hace falta. Delegan en mí. Se fían. Si tú me gustas, a ellos les gustarás.
-¡Ah!
-¿Recuerdas aquella canción que tocamos en el concierto de la fiesta de Química? La que cerró la noche.
-Sí claro, fue todo un descubrimiento, cómo olvidarla. Cuando Pedro nos presentó.
-Bien, me alegra que tengas un recuerdo grato. Todavía hay esperanzas.
-¿Esperanzas de qué? ¿Sigues dudando de mi profesionalidad?
-No he dicho nada Cati. ¿En serio que estás bien? ¿Tienes algún problema conmigo? Porque no entiendo que quieras unirte al grupo si no te caemos bien.
-No pasa nada, no pasa nada, es que estoy un poco nerviosa. ¿Cómo lo hacemos? ¿Quiero decir, cómo va a ir la prueba?
-Como conoces el tema, yo empezaré a cantarla a capella y tú me acompañas en el tramo que veas que te va bien. ¿Te parece?
Ahora va a cantar. Saco mi guitarra y la enchufo. Al menos ya tengo donde agarrarme. Se dispone a cantar. Me está mirando. Me estoy mareando. ¿Por qué me sonríe? ¡Ya está cantando! ¿No puede cantar mirando hacia otro lado? ¡Vaya ojazos! Tengo los dedos agarrotados. Soy una profesional. Ya he hecho esto otras veces ¿por qué no voy a poder hoy?
-¡Vamos Cati! ¿No eras tan estupenda?
-¡Oye a mí no me hables así!
-Eh, qué es una broma. Sólo te digo que empieces. Si no te la sabes te puedo dejar una partitura.
-No necesito ninguna partitura. ¿No me has entendido cuando te he dicho que me apaño de oídas perfectamente?
-Mira tía. Mejor lo vamos a dejar. Ya hablo yo con Pedro y que te avise otro día que yo pueda hacerte la prueba.
-Pero, ¿por qué? ¿Por qué? ¿Es que no quieres escucharme tocar? ¿No te gusto? ¿Crees que soy mala guitarrista?
Y entonces, de repente, no lo pienso y empiezo a darle golpes con mi guitarra. Sin parar. ¡Una vez, y otra y otra! En su bello rostro. ¡Qué guapo es, pero qué guapo es! ¡Y no se calla! ¡Se sigue quejando! ¡Se queja por todo! ¿Por qué no habrá llegado antes? ¡Un poco más de puntualidad por favor! Eso no es pedir tanto, ¿no? Yo me acordaba de su canción, de aquella canción tan romántica. Eso era un buen detalle de mi parte. Pero es que yo me pongo muy nerviosa cuando la gente no acude a su hora a una cita. No puedo evitarlo. Me pongo siempre muy nerviosa. Otro golpe más y por fin se habrá callado.
Y ¿ahora qué? ¡Ya estoy otra vez sin grupo donde tocar!
FIN
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