He llegado a casa ya con ganas.
Será que he estado todo el día pensando en nuestra última vez y me he ido
calentando por momentos sin darme cuenta. Al entrar en el dormitorio a cambiarme
no he podido evitar mirarme de soslayo en el espejo como siempre, pero hoy he
visto algo distinto en mí, atrayente y seductor, y he retrocedido a mirarme
despacio.
Me he desnudado con calma. Primero los zapatos y las medias, luego el
pantalón, para seguir después con la camisa y el sujetador. He acomodado el
espejo de modo que sentada en la cama pudiera ver todo mi cuerpo sin perder
detalle y he sacado de entre mis cosas el último vibrador que compré.
De pie ante el espejo y,
mientras coqueteaba con mis pechos, lo he deslizado encendido con suavidad en mis
bragas para que su roce fuera dándome placer y me hiciera humedecer. Al verme
en el espejo disfrutando, mi lengua ya buscaba qué lamer, y mis pezones han
sido la ansiada meta de mi lasciva boca. Mi cuerpo ha empezado a contonearse y
aún de pie, mi vibrador rosa ha sabido encontrar su camino animado por las
ligeras embestidas de mi mano derecha. Con mi sexo mojado e inflamado y los
ojos bien abiertos anclados en mi reflejo, la pasión ha comenzado a apoderarse
de mí, y los espasmos y movimientos se han ido acelerando tanto que me han
obligado a tumbarme en la cama. Y he seguido los distintos ritmos de mi
juguete: primero con la cadencia de una pequeña gotera, después con pequeñas
ataques anhelantes, para terminar con el violento ritmo marcial de un tambor en
un desfile. Mi mano izquierda ha acudido rápido en mi auxilio a acariciar mi
pubis, a saciar mis ganas, a darme el apoyo necesario para llegar al final. Hasta
que sin poder pensar más que en alternar los ritmos del objeto de mi disfrute
que se revolvía feroz entre mis piernas, he sentido llegar el éxtasis, y con él,
los gritos, los suspiros y por un instante he cerrado los ojos, he dejado de
observarme y he pensado en ti atracado en mi interior.
Con la misma rapidez que ha
llegado y ha diluido mis entrañas, he sentido alejarse la fuerza del placer y
llegar la paz a mi vientre. De nuevo he abierto los ojos y frente a mí, estaba
yo, con las piernas abiertas, y el sexo mojado y henchido. Sudorosa y jadeante.
Acelerada y feliz.
Me he vestido despacio y he colocado
todo en su sitio.
Otra vez, he disfrutado con mi
cuerpo.
De nuevo, he disfrutado sin
más.
Un día más, he disfrutado sin
ti.
FIN
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