viernes, 12 de junio de 2020

* La pregunta

  

    
   Me preguntas al oído, susurrando y sólo esto puedo contestarte: no necesito la jugosidad de tu boca en la mía, la suavidad de las yemas de tus dedos por mis pezones erectos, tampoco el fogoso calor de tu piel sobre mis poros anhelantes. No echaré de menos que tu lengua sedienta beba entre mis piernas un placer destilado para ti, ni que tus manos recorran mi vientre tembloroso, buscando mis nalgas firmes. No me interesa cuánto disfruta mi cuerpo del poder de tu sexo. Todo carece de sentido si tu voz grave no resuena en mi cerebro. Solo quiero lo que tus palabras consiguen en mí. Por eso, sigue preguntándome, sigue pidiéndome, sigue hablándome…

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