martes, 14 de agosto de 2018

* LA CHICA DEL BOLÍGRAFO - RELATO CORTO


Va escribiendo tranquilamente con unos auriculares pequeños con los que seguro acompaña sus pensamientos con música. Un bolígrafo especial, de cristal, con pequeñas incrustaciones brillantes y un diminuto colgante en forma de corazón en su extremo.
La libreta de unos cuadros verde pálido casi imperceptibles, en un tamaño cómodo, como para llevar en un bolso, y con una espiral de alambre como las de toda la vida. Aislada del reto del pasaje, ensimismada en su tarea, garabatea con rapidez frases que desde mi asiento no logro leer y que en estos momentos son para mí el tesoro más codiciado del tren. Mi curiosidad ha ido creciendo por momentos desde el primer minuto que levanté la vista de mi libro electrónico y me fijé en la solemnidad con la que disponía sus cosas en la pequeña mesita, poco antes plegada sobre el asiento de delante. ¿Quién continúa hoy día escribiendo con bolígrafo y papel? Ha pasado mucho desde que viera por última vez a una persona enfrascada en descargar sus ideas sobre papel. Y no cuento a los escolares, claro, sino a quien lo hace por amor al arte. Porque estoy seguro de que debe ser algún tipo de encomienda creativa, elegida o impuesta. ¡Cuánto daría por descubrir lo que hay en esas hojas! Hay alguna otra persona escribiendo en sus portátiles. Al menos tecleando. Aunque parecen tareas laborales o temas de estudios. Pero la atracción que me produce ver cómo alguien desgrana ideas o reflexiones mientras se toca el pelo, gira la cabeza o adopta uno tras otro todos los tics y manías de alguien acostumbrado a dejarse llevar por la inspiración es muy intensa. Me resulta casi embriagadora. A lo mejor es una novela. El último capítulo de un largo relato sobre la guerra civil y las penalidades de una luchadora madre de familia. O quizás las aventuras sexuales de una rica marquesa, aburrida de llevar una vida casta con un marido enfermo que le dobla la edad. Puede que sean los versos que den forma a los anhelos de su alma o a sus ocultos deseos más íntimos,  y que sólo deja entrever en complicadas metáforas. No puedo controlar mis ganas de leerlo, de hablar con ella y preguntarle qué es lo que le está dando el empuje para haber dado la vuelta ya a dos hojas de su libreta. Si me decido a preguntarle directamente pensará que soy un cotilla, un entrometido sin vida propia, que como tantas otras personas necesita los detalles de las vidas de los demás para completar una satisfacción que no les producen las suyas. Si se levantase a la cafetería podría hacerme el encontradizo e intentaría mantener con ella alguna conversación que pudiera ir posteriormente encaminando a resolver mi anhelo. Sin embargo no se mueve. El bolígrafo sigue agitándose entre sus dedos como si le quemara la piel y la tinta no deja de cubrir páginas y páginas. A veces con parsimonia, a veces con inquietud y frenesí. Su aspecto juvenil contrasta con la seriedad de su rostro inmerso en no perder un solo segundo. Lo mejor será que cuando bajemos, como solamente nos queda la parada final, me sitúe a su lado y con educación le pregunte con interés si tiene algún blog o web donde vuelque todo eso que va escribiendo. Siempre puedo mentirle y decirle que soy un editor en busca de nuevos talentos independientes. Seguro que así algo me comentará y podré dejar así calmada esta diabólica curiosidad que no me ha dejado disfrutar del viaje.
Se ha girado. Ha vuelto la cabeza hacia mí como si hubiera escuchado mis pensamientos y supiera que todos ellos se están concentrando en su minuciosa labor. Clava los ojos en mí, sonríe y continúa escribiendo. Ahora sí que no contengo esta ansiedad. Nunca me había sucedido nada parecido y no sé cómo gestionar emociones desconocidas. De todos modos el tren ha comenzado a frenar. Estamos llegando y estaré atento para bajar con ella. Todo el mundo se levanta antes de tiempo y con muchas prisas va haciéndose con su ropa de abrigo y sus equipajes. De repente no la veo. La he perdido de mi ángulo de visión. Tanta gente de pie en el pasillo moviendo maletas y bolsas me impide seguirla. Me levanto yo también y me dirijo como puedo a la salida, empujando con malestar a todos. Estoy viendo su pelo ondear casi ya en la puerta. El pulso se me acelera al pensar que bajará y la perderé para siempre. Sin embargo al pasar junto a la butaca donde ha realizado su travesía algo llama mi atención: ¡su libreta! La libreta objeto de mi deseo sigue aún en la bandejita. ¿Cómo es posible? ¡Tanto esfuerzo, tanto escribir! ¿Y ahora la abandona sin más? La recojo rápidamente y salgo aún más veloz al andén con intención de devolvérsela… pero ella ya no está.
Ha llegado el momento. Por fin podré relajarme. Abriré la libreta despacio, sentado en este banco de la estación  y saciaré en un instante mi curiosidad. Un bello poema sobre la trascendencia de la vida ocupa la única página manuscrita entre muchas vacías, mientras quedan restos de papel en el alambre como si hubiera arrancado violentamente algunas hojas. Repaso de nuevo, con rapidez primero y despacio después, todo el cuaderno hasta que encuentro unas líneas en el margen inferior de la penúltima página: “Estimado caballero que me ha estado observando todo el viaje: la vida sin sorpresas, sin incentivos, sin aventura, no es una vida que merezca la pena vivirse. Su meta hoy he sido yo. Sea usted el inquietante final de viaje de algún otro mañana.”

FIN


4 comentarios:

  1. Muy buen relato, me he quedado impresionado por la habilidad que tienes de capturar la atención del lector, y mantenerle pegado al texto hasta el final. El relato va creciendo en interés a medida que va avanzando, y atrapa de tal manera que no se puede dejar de leer porque se va poniendo emocionante y la intriga aumenta por momentos. Y al final nos llevamos alguna que otra sorpresa. Es brillante, resumiendo en una sola palabra. Vales mucho, y este escrito es muestra de ello, pero es sólo una muestra, ¡en tu blog hay más! Gracias por compartir algo tan emocionante hasta el final. Un abrazo.

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  2. Gracias por tu fabuloso comentario. Un saludo.

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  3. Feliz tarde me encanto el escrito, es maravilloso con o nos envuelves en tus palabras hasta el punto de cautivar nuestros sentidos, y crear la necesidad de conocer la historia por completo, degustando cada frase que acompaña tan maravillosa obra.

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    1. ¡Muchas gracias por tu comentario! Espero que sigas disfrutando de mis relatos. Un saludo.

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