viernes, 13 de julio de 2018

* "El amante de los jueves" - RELATO ERÓTICO




       Laura nunca había sabido lo que era ir buscando guerra. Ni salir a cazar, ni nada que se le pareciera a ninguna de esas absurdas expresiones utilizadas por desaforadas pandillas de chicas en desbandada por culpa de una despedida de solteras, por ejemplo. Ella era una chica normal, una mujer de su casa, con una vida ordenada y tranquila. Feliz con su vida y su familia, sus horarios estrictos y sus rutinas. Pero a veces la vida sólo busca probarnos, lo único que busca es desconcertarnos y creo que incluso, reírse de nosotros. Cuanto más afianzados tienes tus pilares, cuanto más claros tus esquemas, viene y te tira por tierra todo lo que habías preconcebido como eterno. Por eso Laura creía que no habría sabido qué hacer si alguien le hubiera dicho que, un día, la vida la pondría entre la espada y la pared. Y sucedió literal. De repente un buen día, se encontró con la espalda apoyada contra la pared, desnuda de cintura para abajo y con un hombre maravilloso susurrándole al oído que era la diosa que había estado esperando toda una vida.



         Y no supo cómo había llegado hasta allí.

Dos meses antes sus momentos más excitantes se limitaban a probarse vestidos nuevos para salir como todos los jueves con sus amigas y, si acaso, a imaginar entre risas que una noche cualquiera se ligaría a un buen maromo con el que echar un polvo de esos como los de las películas: rápido, divertido y satisfactorio. Solamente por fantasear. Un polvo de esos que en realidad no existen porque siempre adolecen de alguna de las tres características. Por eso, viendo que la noche de aquel mes de abril transcurría con la normalidad de cualquiera de las otras rutinarias noches de chicas, Laura no prestó más atención cuando esperando de pie en la barra del chiringuito de costumbre a que le sirvieran los mojitos que habían pedido, y de los cuales había quedado encargada, notó como alguien apoyaba la mano en su hombro y la zarandeaba con entusiasmo mientras le gritaba en el oído su nombre.

- ¡Laura! ¡Tú eres Laura Vázquez!!
- Sí, si. –contestó con un poco de estupor-. Y tú eres….

¡El eterno problema: eso era! Alguien a quien recuerdas de no sabes exactamente qué, y con el que por supuesto inventarás algo antes de quedar en evidencia.

-¡Qué alegría volverte a ver! Por lo menos debe hacer mil años que no coincidíamos, ¿no? Bueno, igual algo menos –dijo el chico estallando en una sonora carcajada-, ¿veinte quizás? ¡Seguro! Desde que te fuiste de la Facultad. ¿Cuánto hace?

Menos mal que hay gente que sabe preguntar y contestarse rápidamente sin dejarte opción a hacer el ridículo. Algo que Laura agradeció profundamente al creador de tan variados tipos de personas.

 - Te ayudo a llevar las copas.

Tan rápido como oyó que su olvidado compañero de estudios se prestaba a auxiliarla en su puntual labor de camarera, Laura sintió que un extraño hormigueo le recorría el cuerpo de pies a cabeza. Al instante levantó la vista del cambio que le habían dejado tras pagar junto a un minúsculo charco de copas derramadas por otros clientes,  miró a los ojos de aquel chico del cual no recordaba su nombre, y se encontró intentando controlar una electrizante descarga de algo desconocido para ella.
De ahí a quedar para el jueves siguiente sólo hicieron falta dos rondas más de mojitos aderezadas por el intercambio de unas sonrisas cómplices. Aunque esta vez estarían los dos solos.
Laura no entendía por qué estaba tan nerviosa. Ni por qué había decidido vestirse como si fuera una adolescente que acude a su primera cita, con su mejor conjunto de ropa interior, y perfumada hasta la asfixia. Pero intuía que aquello era una cita en toda regla y no un simple encuentro con un antiguo amigo poco cercano. ¡Sin embargo ella no podía permitirse tener citas! No estaba soltera y no buscaba plan nocturno. ¿O si?
Las aceras se le iban quedando cada vez más estrechas lo cual la obligaba inconscientemente a contonearse más a medida que se iba acercando al bar donde se encontrarían para tomar unas inocentes viandas antes de pasar a las predecibles copas lujuriosas. Porque tomar copas en aquellas condiciones después de cenar iba a suponer algo más. Y eso Laura lo sabía. Eso sí lo tenía claro. Y empezó a pensar que igual sí que era exactamente lo que quería mientras se percataba de cómo se aceleraban sus latidos y su sexo se volvía húmedo entre repentinas contracciones.
Todo lo que vino después de los vinos y los gin tonics especiados fue tan previsible como intenso. Cuestionarse entonces las razones de por qué se encontraba aquella noche de primavera en la cama de un hombre que no era su marido, no era nada que tuviese cabida entre aquel cuerpo nuevo, jadeante y sudoroso, y el suyo, así que decidió aplazarlo para algún otro momento en el que se encontrase fuera de aquella vorágine de flamante excitación.

Sin embargo Laura nunca conseguía encontrar ese momento. Jueves tras jueves, las ahora buscadas noches de pasión la arrebataban de su burbuja perfecta y, al compás del ritmo de su amante, primero lento y después frenético, la hacían sentir la mujer más importante del universo. Ni infiel, ni morbosa, ni desleal, ni indecente, ni viciosa… simplemente mujer.

De ese modo, la noche en la que su apasionado amante ocasional le confesó, que querría tenerla para siempre, mientras hundía los dedos entre sus piernas anegadas de deseo, Laura, aprisionada contra la pared, descubrió que aquel era el momento perfecto para tomar una decisión tan importante. Con lo que resolvió, allí mismo, entre espasmos y besos, que no había ningún motivo en el mundo por el cual no pudiera ser así y que dejarse amar con especial vehemencia una noche a la semana no le haría ningún daño a nadie.

Desde entonces Laura disfruta mucho más la vida, disfruta mucho más de su familia y disfruta de su cuerpo mucho más que ninguna otra mujer en el mundo. O, al menos, es lo que la hace sentir su amante de los jueves.

FIN

2 comentarios:

  1. Un relato muy interesante, muy bien desarrollado, y con un final feliz. Se nota la frescura en tus palabras, y el interés que pones al lector para que continúe leyendo, y eso tiene un gran mérito porque engancha la lectura de tus textos. Te doy la enhorabuena, y espero poder seguir leyendo más. Gracias, y un fuerte abrazo.

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  2. Gracias por tus comentarios. Me alegra saber que el texto consigue enganchar. Sigue leyendo que hay mucho. Saludos.

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