Estuve
escondida,
a resguardo del duro sol de verano,
a la sombra de la paz y la calma,
escondida de los rayos del corazón,
oculta a la entrega y la primavera.
Estuve escondida,
invisible a las nubes negras,
alejada del invierno y las flores marchitas,
lejos del poder de los sentimientos,
encerrada en la guarida de los débiles.
Pero, al final,
un día cualquiera
y sin querer,
la lluvia ligera terminó por encontrarme,
el frescor de los primeros días de otoño
me cubrió el alma,
la luz del amanecer se hizo fuerte en mi ventana
y todo lo que tenía guardado
brotó como por arte de magia.
Y quedé expuesta a la naturaleza,
a las sensaciones y los matices,
a las sutilezas y al dolor,
a la fauna y a la flora,
al hombre y a la mujer.
Me quedé expuesta a la vida.
a resguardo del duro sol de verano,
a la sombra de la paz y la calma,
escondida de los rayos del corazón,
oculta a la entrega y la primavera.
Estuve escondida,
invisible a las nubes negras,
alejada del invierno y las flores marchitas,
lejos del poder de los sentimientos,
encerrada en la guarida de los débiles.
Pero, al final,
un día cualquiera
y sin querer,
la lluvia ligera terminó por encontrarme,
el frescor de los primeros días de otoño
me cubrió el alma,
la luz del amanecer se hizo fuerte en mi ventana
y todo lo que tenía guardado
brotó como por arte de magia.
Y quedé expuesta a la naturaleza,
a las sensaciones y los matices,
a las sutilezas y al dolor,
a la fauna y a la flora,
al hombre y a la mujer.
Me quedé expuesta a la vida.
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