jueves, 20 de octubre de 2016

* Temas sobre los que escribir - REFLEXIONES

         

          
          Hoy había decidido, como tantas otras veces, sentarme a escribir.
He aprovechado una luz, esa inspiración que en ocasiones me asalta y me obliga a dejar impresos letra por letra reacciones o unos sentimientos que han surgido de repente en mi interior.
Sin embargo, la calidad no siempre se revela en todo lo que plasmo. Casi nunca, más bien. O al menos, todavía. Con lo cual una vez terminado es muy posible que no lo enseñe a nadie o que escoja no subirlo a este blog en el que vacío tantas creaciones. Antes tendrá que pasar una dura criba. 

En buena parte porque sólo soy, por ahora, una principiante. Por otra, porque mi perfeccionismo excesivo nunca verá apropiado el vocabulario que utilice, ni el modo de reflejarlo, ni considerará bien hecho un trabajo propio. Pero en una parte más amplia, el problema no habrá surgido de una valoración más o menos correcta literariamente hablando. La mayoría de mis dudas llegarán acerca del tema sobre el que escribo. Siempre tiendo a plantearme si la temática de un relato, o de una poesía será lo suficientemente interesante para otra persona que no sea yo. O si tendría que escribir también sobre temas que a mí no me resultaran en absoluto de interés pero sin embargo lo fueran para otros. Puedo, por ejemplo, hablar de amor o desamor, sin problemas, de fenómenos meteorológicos, de hijos, de deseos ocultos, del paso de la vida, o del hecho mismo de escribir. Normalmente porque siento la necesidad de descargar el corazón o la mente cuando me abordan las musas, pero a veces y sencillamente porque me apetece hablar de eso que me ronda la cabeza o incluso sólo porque he soñado con ello.
       Con todo, al terminar una poesía me canso de darle vueltas al asunto. Y la reflexión se vuelve más que recurrente, agotadora: ¿debería mejor haber dedicado unos versos a la denuncia social, o a algún personaje histórico? ¿O quizás haber escrito un relato sobre los grandes descubrimientos? ¿Seguirá ilusionándose alguien al leer una declaración de amor abiertamente expuesta o escondida entre rimas? ¿Conseguirá un sencillo relato encender el deseo de un lector?  ¿Es más serio escribir asépticamente sobre el devenir del hombre? ¿Estará pasado de moda dejarse llevar por una emoción y compartirla?

       Yo no tengo las respuestas. 

       Así que, al final, creo que voy a seguir decantándome por darle alas a mis necesidades y, como ya escribí una vez, seguiré tirando del hilo del corazón aunque siempre me quede insatisfecha.

Cogeré sólo un hilo
para tirar del corazón,
y estirando, estirando,
haré un ovillo infinito.

Nunca habrá una gran madeja,
ni un carrete muy engrosado,
sólo existirá el principio,
una punta sin sentido,
un cordel a nada atado,
un delgado cable largo,
una cuerda sin su cabo.

En hebras se irá deshaciendo
igual que al dar comienzo;
y en tramas de escasas fibras
se verá un estambre aburrido.

¡Qué pena de hilván torcido
con ansias de lana angorina!
Un filamento trabado,
una veta de un tesoro
que se quedó en gusanillo.
     
                                  Poema "Mi ovillo"


2 comentarios:

  1. La creación nace de la necesidad del que se expresa, de su pasión, no debe obedecer a la conquista de gustos ajenos sino propios.
    Pero si te ves con ánimos te metes en el debate del momento sin reparo ninguno.

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    Respuestas
    1. Por mucho que me empeñe al final me puede la necesidad. Escribir es mi mejor terapia. Gracias por comentar!!!! ;)

      Eliminar

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