martes, 5 de abril de 2016

* La mota de polvo


Era una mota de polvo
y apenas arañaba la vista.
Después un grano de arroz
que ni molestaba en el zapato.
Creció para hacerse guisante
pero ni al dormir lo sentía.
Una canica de colores
con la que tropecé sin caer.
Un botón de abrigo antiguo
que ni notaba entre las manos.
Pasó a canto rodado
y se hizo aún más suave.
Al llegar a pelota de tenis
acompañaba mis juegos
y como balón de playa
siempre me hizo feliz.
Convertido en vinilo
sólo era alegría su música
y tan grande como una lámpara
alumbraba mi camino.
En hula-hoop transformado
me agarró por la cintura.
Siguió aumentando a tiovivo
en el que subí gustosa
y cuando fue noria gigante
perdí el sentido en sus vueltas.
Ahora,
como enorme sol radiante,
ciega mis ojos,
quema mi piel
y gira a mi alrededor
haciendo mis noches, días
y mis inviernos, veranos.

Aquella mota de polvo
ha escapado a mi control:
una gran bola de fuego
me engulle de cabeza a pies.

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