dejando a oscuras sólo algunas zonas,
partes de una vida por entero dedicadas;
como la nube que tapa el sol
y hace anochecer los árboles,
delimitando noche y día,
separando el claro de lo oscuro.
De repente ennegreció el paisaje,
se tornó pardo, apagado,
y todo acabó.
Dejó secarse al verde y al azul,
morir los trinos y los aullidos, y
lanzó una sombra equívoca
que consiguió confundir.
No esperaba la tierra el eclipse,
tu eclipse,
que eclipsaras su luz,
su alimento.
Y en el corazón
se hizo de noche.
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