tus gemidos de placer huyen
por debajo de la puerta
y yo no puedo dejarlos ir,
no quiero dejarlos ir.
Te provoco más y más
y la fuerza de tus suspiros abaten mis murallas,
las ansias de retenerlos
me hacen besarte con violencia.
Se escapan tus gemidos
por el hueco de la ventana entreabierta
y corro desesperado tras ellos,
gritando, saltando,
lanzando mis manos al infinito
y mi pulso se acelera.
Tus gemidos se oyen lejanos
y yo necesito apresarlos.
Se escapan como la última expiración
y nada puedo hacer por impedirlo.
Quiero tus gemidos en mi boca,
en mis oídos,
entre mis manos,
en mi pelo,
entre mis piernas…
pero se han ido tus gemidos
y ya nunca los volveré a tener.
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