Asómate
a la balaustrada,
fija los
ojos en el infinito
y dime
qué ves.
Quizás
una suerte de alas y olas
que se
confunden en el horizonte,
que se
sumergen en las nubes y se van.
Apóyate
en esta muralla,
deja caer
el cuerpo sobre estos límites
y dime
qué sientes.
Quizás
el aroma de arboles y algas
que se
mezclan al borde del mar,
que conviven
unos junto a otras.
Respira
la tarde nueva
desde la
ciudad antigua.
Camina
por las calles viejas
bajo el
ocaso por estrenar.
Acompaña
a la marea
paseando
junto a piedras trimilenarias.
Pero sobre
todo
déjate
llevar.
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