Estoy seguro de que ella estará
encantada con la convocatoria de un sarao de esta índole. Siempre fue muy
extrovertida, muy fiestera. Siempre en el ajo de todas las organizaciones y en
el meollo de las grandes celebraciones. Lo mismo ha cambiado, ha madurado, ha
sentado un poco la cabeza y se ha vuelto seria. En el fondo espero que no. Era
su seña de identidad: siempre divertida y siempre sonriendo. Y era tan guapa,
tan exuberante... Aunque puede que haya engordado tanto que no la reconozca.
Al fin y al cabo todos hemos cambiado mucho físicamente.
De todos modos no sé por qué le estoy
dando tantas vueltas. Ha pasado demasiado tiempo y han pasado muchas cosas
desde nuestro primer acercamiento. Mi vida ahora está completa y en orden
después de muchos años intentando olvidarla. En un primer momento pensé no
asistir, pero enseguida me convencieron y me pareció un evento especial,
simpático. Sin embargo, desde que me dijeron que ella estaría en la cena, todo
mi mundo se ha revolucionado. Es pensar en ella y el rencor que aún supura mi
corazón, baja por el estómago hasta que llega a la entrepierna, donde se
transforma en una pasión todavía difícil de contener. Seguramente porque
recuerdo su boca. Esa boca de labios gruesos y jugosos que sacaban mi lado
salvaje cada vez que se acercaba.
No sé qué me sucede hoy pero no consigo
encontrar una buena camisa para este pantalón nuevo. Quiero darle buena
impresión, resultarle atractivo si cabe. Aunque creo que a ella lo único que
llegó a interesarle verdaderamente de mí fueron mis manos, como meros
instrumentos para su placer.
Me he repetido muchas veces que yo
nunca le interesé de verdad. Que más que un pasatiempo, para ella sólo fui un
tropiezo. Así que dudo que esta noche ella vaya a mostrar algún sentimiento
diferente, pero me gustaría poder tocarla de nuevo. Sólo una vez más. Su simple
recuerdo consigue alterarme tanto que estoy empezando a sudar y los intensos
latidos del corazón van a romperme el pecho. Había quedado con un amigo pero se
me ha hecho tarde. Me esperará directamente allí.
Ahí esta ella. La he visto nada más
acceder a la terraza interior de este local que no conocía. Sigue igual. Si
acaso el pelo más largo, más oscuro y aún más guapa. Sonriente tal y como la
recordaba de los buenos tiempos, rodeada de amigas y con el vaso en la boca. La
misma boca que tanto he deseado besar desde que supe que vendría. Pero no voy a
lanzarme sobre ella como si estuviera desesperado. Antes saludaré a otros.
Me ha costado dominar el cuerpo pero he
sido capaz de darle dos sencillos besos como a las demás, aunque no haya podido
evitar agarrar a la vez y con fuerza sus brazos desnudos. Y al mirarla, todos mis
sentimientos negativos se han esfumado. Incluso, juraría que su cuerpo se ha
estremecido.
Es extraño cómo una antigua fijación que
reaparece de imprevisto puede revolucionar tu cuerpo de tal manera que el
odio que había albergado tiempo atrás contra ella transmute de repente y por completo en
ansias de amarla.
Todo lo que nos sirvieron tenía muy
buena pinta y según decían, estaba exquisito, aunque yo estuve más pendiente a
ella, sentada al otro lado de la mesa, que a la comida. Además sé que ella lo
estaba también de mí. Porque yo, que casi no apartaba mis ojos de su pelo, de su
escote, de sus palabras, pude disfrutar viendo cómo disimulaba para
insistentemente volver su cara hacia mí.
Y entonces, en esos segundos, en los que no podía dejar de mirarla,
sentía crecer en ella un inesperado interés, y en mí una repentina erección.
La cena discurrió entre conversaciones
que apenas atendí, pero me dio igual. No sé en qué momento, después de varias
copas, se acercó decidida a mí. Para hablar, me dijo. Pero intuí lo que había
venido a buscar y ni quise dejar escapar la ocasión, ni dejar hueco al rechazo.
La cogí de la cintura y, casi a rastras, la arrinconé contra la pared más
oscura del bar. Fue un beso electrizante. Un beso como aquel primero. El beso
con el que había soñado y con el que ella me daba su permiso para ir mucho más
allá. Loco de deseo la encerré en los baños y empecé a recorrer su cuerpo con
las manos en un fanático intento de recuperar caricias olvidadas. Ofuscado por
su olor y su lengua quería comérmela con la avidez y la rabia del preso en
ayunas al que alimentan por primera vez. Su gozo ardiente y violento, y sus
palabras pidiendo más fueron música en mis oídos y la orden febril para abrirme
paso entre sus muslos y avanzar impetuoso por su interior. Nunca antes había
tenido sexo en un sitio público. Nunca después he vuelto a tener un sexo así.
Esta mañana al abrir los ojos, seguía
allí: a mi lado, hermosa y desnuda. La noche de pasión vivida entre sábanas y
recuerdos, aún mejor que en mis más húmedos sueños tras nuestra ruptura, ha
dado paso al día. Como despedida la he vuelto a besar, he acariciado su piel de
norte a sur, y la he poseído de nuevo con avaricia…
Oí comentar que organizarían otra
fiesta, pero ya no iré. Mi escaso interés ha desaparecido del todo. No quiero
enredar mi vida estable y organizada en la ardiente trampa de una bella bestia
fría, peligrosa y calculadora.
No obstante, espero que el destino
provoque, no a muy largo plazo, otro reencuentro fortuito pero ya entonces no necesitaremos
una cena para recordar los buenos tiempos.
FIN
Apasionado reencuentro entre dos personas ,relatado desde los sentimientos de cada uno de ellos. Me encanta esta idea.
ResponderEliminarGracias por comentar.
ResponderEliminar