Por
esas tardes de paseos
cocinando
los primeros besos,
cuando
las poesías sólo eran tu nombre,
cuando
los lamentos sólo eran tu falta.
Porque
la inocencia no dejaba hueco libre
y todo
lo que teníamos eran palabras.
¡Qué
alegría las risas interminables!
¡Qué
alegría las manos entrelazadas!
Doy
las gracias por el torrente de sentimientos,
por el
brotar de mi vida tras la tuya,
por el
amor inexistente,
por
las lágrimas reales,
por la
amistad confundida.
Por
esas noches traspasando lo prohibido,
inventando
las primeras caricias,
cuando
sólo tu boca era mi fuente,
cuando
sólo tus ansias mi angustia.
Doy
las gracias a la nostalgia y los recuerdos,
a los
sueños huidizos y a la memoria,
por tu
vida en la mía,
por la
juventud pasada.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
¡Cuéntame qué te ha parecido!