No es un
recuerdo, es obsesión.
Una nada que
hierve en lo más gélido,
una secuencia,
un momento,
es la olorosa
atracción de lo fétido.
La risa mordaz
sin rostro,
lo anónimo de
mano hiriente
y por todos
bien conocido
que ahoga con
cuerdas fuertes.
El esqueleto
que pisa las tumbas,
que grita en
lo profundo del silencio,
que forma con
mis huesos un castillo
para luego
destruirlo con desprecio.
No fue un
sueño, un ideal,
es por siempre
pesadilla cruel,
burla irónica
de mis errores
hasta el fin
de mis días fiel.
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