la frialdad de tu tacto
cuando no estás presente.
Nunca mirarte directamente,
siempre intuirte.
Que tu brillo no me ciegue,
Prefiero tu reflejo ingrato
la grandiosidad de tu ausencia
una imagen sin vida
que no pueda responder.
Ni tenerte, ni dejarte,
simplemente contemplarte.
Prefiero tu reflejo inerte,
el perfil de tu magnificencia,
saberte impresa en el espejo.
Descubrirte y alejarme,
a voluntad ignorarte,
y dejar de estar bajo tu influjo.
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