Las personas que no
suelen escribir, que nunca han escrito, o a las que no les ha dado aún por
hacerlo, tienen, según mi experiencia, tres actitudes básicas muy diferentes
ante lo que escribimos los demás.
A algunas les da por disfrutar sin más, en mayor o menos medida en
función de lo que les guste leer y de cómo lo has escrito. Otras, están más
interesadas en estudiar sintáctica y gramaticalmente tus textos, con el fin
supongo de comparar, criticar o simplemente evaluar lo que has hecho. Pero a
otras últimas, sin embargo, les va más el análisis psicológico profundo, y se
empeñan en encontrar la inspiración que haya podido dar lugar a tantas letras.
Y así, se desgastan la vista rebuscando entre los versos al personaje que
pudiera haber inspirado un poema de amor o desamor, o indagan minuciosamente en
las líneas de un relato erótico con el afán de encontrar una pista que las
dirija hacia el momento de tu vida en el que pudo sucederte algo tan excitante.
Porque están convencidos de que todo proviene de alguna realidad.
Al
menos eso es lo que yo he experimentado más de una vez.
Algo que por supuesto
no es cierto en absoluto...o al menos lo dejaremos en que no lo es en un 99% de
los casos. Obviamente, la vida nos regala episodios lo suficientemente jugosos,
a veces por suerte, otras por desgracia, como para escribir historias
apasionantes o poemas de sufridos desamores. Y es cierto que esas líneas se
escriben prácticamente solas. Pero la mayoría de las ocasiones, la única
experiencia autobiográfica es haber sentido unos segundos "algo" por
alguien con quien te cruzas en la calle, haber tenido cualquier tipo de
sentimiento fugaz fruto de una canción que te ha hecho vibrar, o haber
reflexionado en un momento dado a solas sobre cualquier cuestión y haberle
dedicado a ello posteriormente un gran esfuerzo para su desarrollo. Porque eso
es la inspiración para mí. Y a la inspiración, lo que hay que darle es carrete.
Liarla para que te ayude a estirar y a exprimir ese incipiente gusanillo que
nunca fue a ninguna parte, que apenas si existió dentro de ti, para que cuando
tú lo cuentes, cuando lo escribas, parezca que incluso lo viviste.
Aunque, en realidad, mi mayor aspiración
es ser capaz de hacer creer a quien me lea que, alguna vez, lo que intenté expresar fue real.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
¡Cuéntame qué te ha parecido!