Sólo los
jazmines amortiguan mi pena,
olores que
empalagan
y se pegan a
las heridas abiertas
suturando con
su dulzor
antiguas
lesiones sin curar.
Sólo las
mimosas aplacan mi tormento,
perfumes
insistentes
que aturden
con efluvios la conciencia
aliviando el
peso de un dolor
aposentado en
el fondo.
Solo las lilas
mitigan mi desconsuelo,
aromáticas
flores,
fragancias que
remiendan jirones,
cosiéndose al
corazón
para componer
los destrozos.
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