y tan ansioso de agua
y el cielo no rompía en lágrimas.
¡Cuánto deseo, cuanta sed!
Tan abiertos los brazos para tener
y tan vacía la esperanza.
¡Qué desasosiego, qué impaciencia,
qué ilusión tan grande de entrega!
...y aquella bóveda azul tan caliente.
Si sólo fueran unas gotas
que calmaran tanto ardor:
¡qué bendición, qué alegría!
Si fuese sólo un aviso,
un tono gris de tormenta cercana:
¡qué agitación, qué estremecimiento!
¡Cuánto deseo, cuánta sed,
tan abiertos los brazos para tener
y tan vacía la esperanza!
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