Se ha colado una serpiente negra por mis
oídos,
susurrando
sibilante se ha enroscado en mi cerebro
asfixiando
mis pensamientos.
Una serpiente fría y dura baja reptando por
mi espalda
deslizándose
sigilosa y se agarra a mi columna
dificultando
mis movimientos.
Ha anidado una serpiente venenosa en mi
pecho,
lo
ha envuelto con su piel áspera y seca
y
lo aprieta sin piedad estrangulando su capacidad de sentir.
Una serpiente negra, fría, dura y venenosa
ha
mordido mi corazón.
Totalmente infectado,
muere
desangrado.
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