y, creando surcos de amor,
recorres el campo de mis ansias
desafiando mi prisa y furor.
Te dejo llenar de huellas mis cimas,
saciar tu sed en mi río precipitado,
descansar en mis extensos valles
e ir invadiendo lentamente mi estado.
Explorando poros y erizando la piel
mi delirio lentamente despiertas
mientras cubres con un cálido manto
un cuerpo que abre todas sus puertas.
Sucumbiré a tus pies lentamente,
lentamente te permitiré pasar,
lentamente cederé ante tus armas,
y al final, moriré de placer lentamente.
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