Odio el ruido
de las cacerolas,
que las perchas se enganchen en el armario,
hablar por hablar sin descanso
y que no vengas esta tarde.
Odio las cajas vacías en la nevera,
que haga frío y me pille sin bufanda,
desayunar fuera de casa
y que pases de largo sin hablarme.
Odio los primeros minutos cuando me levanto,
que se queden abiertas las puertas de los muebles,
encontrar encendidas las luces al volver
y que tus besos vayan racionados.
Odio las tallas que no se ajustan a mis medidas,
que las plantas mueran por regarlas mucho,
despertar sobresaltada tras una pesadilla
y que mientras escucho tu voz no pueda tocarte.
¡Odio que no estés!
que las perchas se enganchen en el armario,
hablar por hablar sin descanso
y que no vengas esta tarde.
Odio las cajas vacías en la nevera,
que haga frío y me pille sin bufanda,
desayunar fuera de casa
y que pases de largo sin hablarme.
Odio los primeros minutos cuando me levanto,
que se queden abiertas las puertas de los muebles,
encontrar encendidas las luces al volver
y que tus besos vayan racionados.
Odio las tallas que no se ajustan a mis medidas,
que las plantas mueran por regarlas mucho,
despertar sobresaltada tras una pesadilla
y que mientras escucho tu voz no pueda tocarte.
¡Odio que no estés!
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