Crecería
la alegría mucho más
si la
dejara echar raíces,
si
quisiera cuidar y alimentar sus hojas.
Acaso
la seguridad se instalaría conmigo
si
necesitara una ayuda, un favor,
si
quisiera la compañía que no tengo.
Llenaría
la fortuna los rincones a raudales
si cosiera
los bolsillos de mi existir,
si quisiera
convertir en oro lo que toco.
Quizás
la felicidad entraría de lleno
si
tuviera las puertas abiertas,
si
quisiera arreglar y adecentar mi hogar.
Mas sólo
soy la reina en el castillo;
reina de
la tristeza y el desprecio,
del
abandono y la reclusión,
de la
depresión y la incertidumbre,
de la
miseria y el desencanto.
Reina
de una vida que no es mía,
sin
cetro ni corona real.
Reina de
un fuerte sin cimientos,
sin
tropas ni sirvientes a quien mandar.
Reina de
una ilusión condenada
por
los siglos de los siglos a errar.
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