para cuando llegue la calesa de mi amor.
Ten cuenta que el camino quede llano
y no te sobresalte su ruido atronador.
Vigila que la noche no haya caído
cuando la luz de mi aurora te despierte,
no vaya a ser que el resplandor te espabile
y ya solo pueda dormirte la muerte.
Vigila la indolencia de tus gestos
cuando mis preguntas incomoden tu calma,
puede que por resquicios entreabiertos
me interne sin querer hasta tu alma.
Vigila tu desprecio y tu soberbia
para cuando sólo anheles mi osadía:
una vez que el amor se adentre
nunca más volverás a tu torre vigía.
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